La luz de los focos rechinaba
al estrellarse contra sus huesos.
Huesos de mujer
ligera de adornos y de carnes,
de peso leve y pronunciados pezones,
de escasas palabras y pose queda,
de árida espalda a imagen Penibética.
Un único mechón de pelo
resbalando el parietal
y la radiografía de sus costillares,
a modo de profundos
y escarpados valles,
eran plasmados en el papel
por el grupo de artistas
gracias más a la inspiración
que a la imagen en sí misma:
mera colección de piel tatuada,
a modo de funda
de sus escasos kilos.
Sonaba en la radio
una “bachata” de fondo,
y mi pluma inquieta,
únicos testigos fuera de escena,
animaban el silencio de la sala.
Fue una noche sin luna,
una noche negra y fría,
una noche de viernes
de Diciembre.
(Onteniente 15/12/06)
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
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