El mismo fuego
que encendió tus
pupilas
en otra
ocasión,
calienta ahora
mis pies
desnudos
y anima mi alma
a continuar
aguardando
el maravilloso
momento
de un nuevo
encuentro.
Si las llamas pronunciaran
inesperadamente
tu nombre
a lo largo de
la noche,
correré a
atizar el fuego.
Y si en sueños noto
el cálido roce
de tus manos,
me las llevaré
a la boca
en gesto de
agradecimiento
y las besaré.
La luz de la sala
es débil
pero basta
para iluminar
tu recuerdo
y revivir los
delicados trazos
de la barra de
cera
acariciada por
la ágil
suavidad de tu
mano.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
Esto es amor. Amor en plenitud. No me cansaria de leerlo en toda la noche. Una confesión: he llorado...mi beso en colores....muackkkksssss....y buenas noches.
ResponderEliminarGracias Mariangeles por tu visita y tus besos.
EliminarLa confesión me ha estremecido. Que una lectora llore por el placer de disfrutar un poema, eso no me había pasado o, al menos, no me lo habían dicho.
Me alegra que te haya gustado y lo que digo siempre, el poema ha cumplido su objetivo pues ya no es mío. Es tuyo, vuestro, de los lectores.
Abrazos.