… llegó la
lluvia
y se refugió
en el bar,
pidió una
cerveza
y prosiguió
la conversación.
Tras su
momento de gloria,
pasó el
resto de la velada ausente,
sobre un
poyo de la plaza,
bajo un
árbol,
con la única
compañía
de su
diezmada cohorte de acólitos
y varios
envases nuevos de cerveza
sobre los
que campaban a sus anchas,
entre nerviosos
vuelos,
los molestos
mosquitos.
Camino del
nuevo día
nos
desplazamos, calle arriba,
bajo
engalanados balcones,
a compartir
amistad
y buenos
deseos
entre risas
y abrazos
de
despedida.
New York
quedó en el ambiente
de la plaza
diluido en la soledad de la noche.
Pedro Vera
Sánchez, Trinidad.
Un gran homenaje!
ResponderEliminarSaludos
Gracias Mark.
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