viernes, 24 de diciembre de 2010

Décimas endecasílabas en acróstico

Águila D’Oro, Ramonetero 
Al inicio de los años setenta  
Guardado en mi memoria va presente
Un imberbe, rechoncho y muy valiente
Icono que se apaga en los noventa.
La saga que creó hoy representa
Admiración y afán por su trabajo
Desvelo transformado en agasajo
Ofreciendo a toda su clientela
Respeto y atención con gran cautela
Orgullo que contiene en su legajo.

Restauradores de larga tradición
Auspiciada por toda una familia
Mari, Gines, Tomás, siempre en vigilia
Ostentan con orgullo el galardón.
Nacieron con una simple misión
El respeto y el afecto es primordial
Teniendo como norma general
Estar siempre al servicio del cliente
Respondiendo de un modo eficiente
Obviedad de su acervo cultural.

                                               (Trinidad)

1 comentario:

  1. En los primeros setenta, contando mi hermano con apenas 15 años, comienza esta ardua singladura dentro del mundo de la hostelería en la que toda la familia nos vemos implicados.
    Con el paso del tiempo, asume el negocio por cuenta propia, yo me dedico a mi profesión y son mis padres quienes le acompañan en la empresa de la que siempre Ginés, nuestro Ginesico, llevó el timón.
    Con el tiempo, y gracias a la favorable respuesta del público, amplía el negocio y se traslada apenas unos metros más arriba, a la que fue la casa de la Marquesa, en la que erige un nuevo y más amplio salón con capacidad para más de 200 comensales.
    Este fue el inicio de un nuevo proyecto que apenas llegó a disfrutar; la guadaña de la sombra fría truncó todas sus ilusiones.
    Para la saga (mis ahijados y cuñada), nueva savia que aún conserva su memoria, van estas líneas con todo mi cariño.

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