A lo lejos, la oscuridad,
que había escondido sus ojos
en la nube traicionera,
nos bañaba.
Al estruendo del galope,
de susto corrió la nube
dejando el cielo estrellado.
Fue entonces cuando tú,
con tu brillo fugaz,
iluminaste mi cara.
(Trinidad)
No hay comentarios:
Publicar un comentario