El juego de
colores
que había
pintado el día
se funde con
el rojo
color crepuscular
que da paso
a la noche.
La dama
blanca asciende
y empuja el negro velo
para dejar
desnudas
estrellas y
emociones,
las hijas de
lo efímero.
Botellas de
cerveza
certifican la
huella
del paso del
poeta,
rata de
alcantarilla
sumido en las
miserias
del fino celofán
de unas
hermosas letras.
Pedro Vera Sánchez,
Trinidad.
Magnífico!
ResponderEliminarGracias Mark.
EliminarSi acaso el día pinta monotonía, un brochacito lírico le cambia el color y vuelve lo melancólico en alegría de vivir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Francisco.
EliminarLa monotonía, de existir, habrá de ser una sensación que no entra en mi reino, jajaja
Un abrazo.