con tu traje
mojado y tan fresca,
al despuntar
la mañana,amiga rubia,
sirena de ojos blancos.
Tu sola
presencia alegra los días,
endulza las
tardesy hace de las noches
una espiral sin fin.
¿Nos vemos a
mediodía?
¡No me
faltes,
que mi
reseca gargantaagradece ese dulce amargor
que tú destilas!
Y no lo
olvides.
A mediodía.
(Trinidad)
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