más rápido que la niebla,
observo mil caras blancas
(con
risas en sus balcones)
desafiando el valle
anclado allá…
en
el fondo.
La
mañana
almacena en su frescura
la timidez de las erguidas chimeneas
que llevan horas calladas.
Despierta
el sol en las pizarras,
saludando, apenas,
unos tiestos preñados de claveles
y el solitario espontáneo
que se ha resistido a abandonar
la tierra que le vio nacer.
Cuando
el sol hiere la silueta
del cercano horizonte,
mezclado entre el llanto
de innumerables lenguas de fuego,
veo como, lentamente
(y
silenciosa)
se acerca la luna
entre el helar de la noche.
…
El
silencio se quiebra
salpicado por el brillo
desprendido de tus ojos.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
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