A estas horas
mi cama se vuelve fría,
se hace enorme.
A estas horas,
la ausencia de tu compañía
queda manifiesta.
A estas horas,
también te echo de menos,
como cada mañana,
como cada tarde.
A estas horas,
y a todas,
la ausencia de tus caricias
queda patente
y tu voz,
tan dulce y delicada,
ronda mis oídos
como el eco lejano
de las campanas de la torre
durante nuestro paseo
de cada noche.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
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