Desde la amarga
y fría distancia,
intento asir
tu cálida mano
y estrecharla con la mía
a través del móvil.
A lo lejos,
se oye la melodía de tu voz
acunada por la brisa,
mientras el viento
arrastra tus pasos
hasta la puerta de mi casa.
Ya cae el sol
y la luna viste
sus nocturnas
y festivas galas
en la víspera del lleno.
Ya irrumpe
en nuestros tímpanos
el sonido de trompetas
de júbilo.
Ya es la hora
en la que nos rendimos
ansiosos
ansiosos
a la conversación diaria.
Hora sagrada.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
Me gusta mucho tu poesia, como todas es muy bonita...
ResponderEliminarUn beso
Gracias Amparo por tu comentario.
EliminarCuando el lector se siente satisfecho es cuando el poema cobra sentido.
Otro abrazo para tí.