Una plaza
fría,
una noche
aciaga…
Noche de
poesía
en la
explanada de la iglesia
con niños
correteando,
absortos en
sus juegos
y ajenos a
todo,
entremezclados
con los versos
que
alegraban las almas
esa noche.
Angels,
Brines, Pessarrodona…
y yo,
ausente en mi silla,
tan ignorado
como feliz.
La noche
apagó la fiesta,
bajamos del
Raval
y nos
sentamos en torno a un café
y unas
raciones de tarta.
Todo terminó
con unos
chupitos de Vodka azul.
Fue un final
perfecto,
el último
verso del poema
en las
noches de Poefesta,
en las
noches de Oliva.
Un enorme y cálido abrazo .. querido poeta
ResponderEliminarGracias Chon.
EliminarUn pedazo de vida hecho poema...
ResponderEliminar¿Qué más se puede pedir?
Abrazos, Pedro.
Hermano, ¿qué otra cosa es la vida sino el traje que vamos tejiendo con un montón de retales?
EliminarUn abrazo acrobático.
La última noche de unas jornadas poéticas como un verso perfecto: epifonema al canto jaimegildebiedmano.
ResponderEliminarUn saludo lírico para estos tiempos que piden tanta épica.
Pues sí, amigo Pico, amiga Aguilica, amigo Ábradas, el epifonema cerrando la noche y el poema.
EliminarGracias por tu visita y tu comentario.
Hola Pedro, es hora de soñar, acabo de leer tus noches de oliva y ahora me a dormir, no sin antes mirar a la luna...
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues felices sueños querida Purificación.
EliminarAbrazos.