Como iris errante,
sin destino, sin fe,
he cruzado esta vida
buscando el eco de tu sonrisa,
con la ceguedad única
de hallarla en los labios de un niño,
en el canto de un ave prisionera,
en el ritmo del aire...
hasta que mecido por un baile de luces,
elevado sobre mil ramos de amapolas,
noté cómo la fuerza de un toro hostil
me arrastró en el camino
(ciego y sin retorno)
del destino
a la brevedad inapelable
de tu presencia.
El velo de la noche
no me impidió ver
la transparencia de tu alma.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
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