va reflejada mi pena
por sufrir esta condena
de vivir en soledad.
El aire me lo conoce
cuando he de respirarlo
porque aunque quiera evitarlo
llevo impregnado tu olor.
Mis lágrimas fluyen secas
de regar ese recuerdo
que conmigo va viviendo
y el viento arrastra en sus brazos.
No te dé pena mi pena.
Va en el brillo de tus ojos...
¡ y con tanta soledad !
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
Precioso.Un saludo Pedro
ResponderEliminarGracias, amiga Antonia.
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