sábado, 29 de junio de 2013

A Calasparra.



Al pueblo de Calasparra,

de un Noroeste olvidado,

por Dª Antonia Soler

vengo esta noche invitado.



Mi visita a Moratalla

nos brindó la coincidencia

y esa noche tan preciosa

me creó esta dependencia.



Hay gente que viene aquí

a disfrutar del paisaje

yo he decidido venir

a estar con el paisanaje.



Y es mi único objetivo

lanzar mis letras al viento

por si fueran de su agrado,

¡menudo agradecimiento!



Muchos son los que vinieron

por expresa invitación

yo he venido aquí esta noche

a ofrecer mi corazón.



Al público congregado

poco más puedo ofrecer,

no tengo premios ni gloria

tan limitado es mi haber.



Pero he venido esta noche

a entregaros mi cariño

y si acaso lo consigo

me iré más feliz que un niño.



Gracias mil, calasparreños

por tan amable acogida

conozco bien el camino

y este mi cuerpo cansino

deja aquí mi alma rendida.



(Pedro Vera Sánchez, Trinidad)

martes, 25 de junio de 2013

A ciertas edades...

A  partir de cierta edad, se piensa más en los demás que en uno mismo.

Tal vez sea por los efectos colaterales que ello conlleva.

Yo aconsejo a mi madre que, a su edad, piense más en ella pero, siempre tan terca, no me hace caso.

Tal vez siga mi ejemplo.

Pedro Vera Sánchez, Trinidad.

A Esther Martínez Durán, compañera docente.



(Cancioncilla)

A una joven ceheginera
profesora en mi ciudad
agradezco en estos versos
que me brinde su amistad.

Te envidia la “Peña Rubia”
por el color de tu pelo
y hasta “La cueva del humo”
de celos mira hacia el cielo.

Begastri te vio nacer
y el capote del torero
acunó tu tierna infancia
pisando firme el albero.

Yo, en agradecimiento,
poco te puedo entregar
pero me siento dichoso
porque te pude abrazar.

Salvador García Jiménez
ni Fernando Gil Tudela,
ni el dramaturgo Carranza
me impidieron ver tu estela.

Y me queda en el recuerdo
haber tenido el placer
de disfrutar tu perfume
como el mejor sumiller.

Si ves a Pedro Martínez
puedes hablarle de mi
que si él entiende de vinos…
¡yo puedo hablarle de ti!

(Pedro Vera Sánchez, Trinidad)



domingo, 23 de junio de 2013

¡Pobres criaturas!

     La maternidad podríamos decir que sigue el mismo proceso que un libro:  se engendra y se pare.

     Y justo ahí comienza la segunda parte de la historia.

   A lo largo de mi vida, he conocido mujeres (y hombres, claro está) sin alma pues, habiendo parido, jamás han sido madres, jamás han ejercido como tal.

   Mujeres  (y hombres, claro está) que suspendieron todas las pruebas.

     ¡Pobres criaturas!

Pedro Vera Sánchez, Trinidad.

sábado, 22 de junio de 2013

Mario Moreno, Cantinflas.

- "La primera obligación de todo ser humano es ser feliz y la segunda es hacer felices a los demás".

viernes, 21 de junio de 2013

Al Colegio “Ciudad del Mar”


A los pies de un promontorio,
albergue de un erguida y centenaria chimenea,

te han levantado de la nada.



¡Ciprés de mampuestos ladrillos

que antaño regurgitabas

nubes con sabor a galena y plata,

tú, que has visto ya tres siglos

y ahora habitas el silencio,

vigila este refugio de cultura!



Tres años de vida dan fe

del lento caminar del eco

de esas voces infantiles

que pueblan tus aulas y patios.



Arduo trabajo el de acendrar,

día a día,

estas pueriles mentes vacuas

como alfareros del conocimiento.



Yo no puedo hacer más

que dejar aquí

impresas mis palabras,

y mi mejores deseos,

junto a ese legajo de historia

que encierra “La Chimenea de La Loma”,

dormido al fresco

de su estirada sombra.

(Pedro Vera Sánchez, Trinidad.)


martes, 18 de junio de 2013

El quiosco del parque.

El poeta es, por definición, póstumo.
Comienza a vivir después de su muerte y,
cuando está vivo,
camina con un pie en la tumba.
Eso le produce una especie de cojera
que da a su aspecto cierto encanto.
(Jean Cocteau)


La sombra de las tipuanas,
como único cobijo del sol ardiente
con sus senos repletos de luz oronda,
me invita a manchar este albo receptáculo.

Miles de gorriones, alguna tórtola
y el sonido de los chorros
de agua fresca del estanque
me hacen compañía
y habitan mis silencios.

Una tras otra, miles de florecillas
de un ardiente amarillo,
como incesante lluvia,
salpican la mesa y me acarician
en su pausada caída.

La brisa salina,
procedente de la “Ensenada San Miguel”,  
tan agradable como necesaria,
más que agradar, deleita
trayendo a mi memoria
recuerdos de Conan el Bárbaro.

Las tres están a punto de caer,
desde el reloj de la iglesia,
sobre el manto verde que me circunda
mientras las temblorosas palmeras del parque
comienzan a lucir sus sombras cambiantes.

Los niños,
con sus madres arrastrando los carritos,
ya se marcharon dejando tras de si
unas cuantas colillas como pasto
junto a los restos del aperitivo…

Continúa la lluvia de florecillas,
el trino de los inquietos pajarillos,
el zureo de las tórtolas…
¡y se hizo la paz!

Entre tanto, continúo con “Trizas,
Antología Breve de Aurelio Guirao”,
de La Sierpe y el laúd.

Precioso final a este boceto de poema.

Pedro Vera Sánchez, Trinidad.