y húmeda del baño
afloró todo su rubor,
de rojo carmín,
ante el espejo.
En su diálogo con el
agua,
las imágenes que dormían
en la superficialidad del
cristal,
rompieron las ataduras de
su cárcel
con la tenacidad de un
llanto
resbaladizo.
Ya liberadas, las
imágenes
recobraron su
transparencia
y su libertad
escapando al espejo tras
de ti
mientras...
abandonabas la ducha.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.