viernes, 25 de febrero de 2011

A Miguel Hernández. Soneto con estrambote (Acróstico)

Al cobijo de una esbelta palmera
Miguel se despertaba y cada día
Insomne y condolido recibía
Galante la mañana en su arpillera.
Una brisa era su referente
El balido del rebaño y los aromas
Llegados de aquellas cercanas lomas
Hacían de ese vivir su confidente
Entre olores de tomillo y romero
Rozándole el esparto el pantalón
Nacían como tueras de su apero
Amargos desengaños "sine qua non"
Negándole una manta cada enero
Dejaban moretones cual un don.
Eran tiempos de nubes que enturbiaban
Zafios días que lentos caminaban.

5 comentarios:

  1. Como pocos describes con tus certeros y claros versos al poeta del pueblo, al poeta que "llegó con tres heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida..."
    Gracias, Pedro.Seguro que Miguel, esté donde esté, agradecerá tu talento y creatividad.Un abrazo, amigo.

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  2. Hola por aquí, Pedro!!!
    Te mando un poema, allá va!
    Esta tarde no he podido aportar nada a la reunión. Es un viejo poema escrito hace seis o siete años.
    Un saludo desde Murcia

    BUSCANDO SILENCIOS
    Ando buscando silencios
    porque el silencio me habla.
    Sobre todo por la noche
    si estoy cerca de la playa
    oyendo cómo las olas
    ordenan la arena blanca.

    Quiero el silencio del agua
    que corre en la torrentera,
    resbala por la ladera,
    transparente, mansa y blanda.

    Busco el silencio del risco
    agudo en la alta montaña,
    donde sólo oigo el graznido
    de los buitres y las águilas.

    Busco silencios perdidos
    en medio del alboroto.
    El ruido de las calles
    vacías es un tesoro.


    Otro silencio buscado
    es el rumor de las hojas
    que se mecen cuando hay viento
    y suavemente se rozan,
    como si fueran amantes
    que largo tiempo se añoran.

    El silencio de las gotas
    de un grifo que hay mal cerrado;
    el estampido del agua
    que llueve sobre mojado;
    la respuesta de la tierra
    jugosa, pues se ha empapado.

    El silencio de los cuadros
    que cuelgan en los museos
    me evocan tiempos pasados,
    las ideas de sus dueños,
    las de quienes los pintaron
    y cuáles fueron sus sueños;
    a quien odiaron o amaron.

    El silencio más amado
    es el sueño de mis hijos;
    cuando la casa está a oscuras,
    oigo un respirar tranquilo.

    Yo silencios voy buscando,
    esos silencios que hablan.
    Me permiten ver mil cosas
    que las prisas me arrebatan.
    El ruido del silencio
    mi imaginación destapa.

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  3. Gracias Frere por tus palabras. Esperemos que, si Miguel escucha mis letras, al menos, no me lance el bastón con el que se serviría en la agreste sierra oriolana.
    A tí, Mas de Historia, que quieres que te diga. Tus silencios me han despertado mil ideas para otros tantos nuevos poemas.
    Nos vemos con más comentarios y gracias de corazón. El trabajo, al menos, ha sido leído.

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  4. Enhorabuena por tu buen oficio. Comparto tu gusto por las formas clásicas del endecasílabo, y, en particular, el soneto, en cuya invención te manejas con auténtica maestría, mimando la rítmica de cada verso, e incluso rizando el rizo del más difícil todavía: añadiendo un acróstico. Enmedio de tantos artificios formales, es difícil no comprometer el fondo, la carga emotiva del poema... sin embargo, tú consigues salir airoso de ese riesgo, logrando una composición redonda, de impecable factura. Un saludo. Fran Serrano.

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  5. Gracias Francisco por tus inmerecidos elogios.
    Me gusta escribir, disfruto con lo que hago, me marco metas, intento superarme... Por lo demás, que sea el tiempo notario de nuestras palabras. Mis pretensiones se quedan en la cercanía de tus palabras y las de otros amigos que me han visitado.
    Saludos cordiales.

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