He parado a escuchar el viento
que permanece mudo
cuando los árboles duermen
arrullados por tu voz.
El canto del agua
preso en la fuente
y su música, sujeta a las gotas,
guarda sus acordes
para escuchar tu voz
mezclada con el rocío...
mientras llora.
El color del aire palidece,
se diluye,
como lágrimas escapadas
a la escarcha de la noche,
para poder disfrutar
del aroma de tu piel.
El viento mudo,
el agua presa,
el color del aire,
y yo…
marinero de un barco
anclado en la esperanza
de mis palabras.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
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