No llores, luna, tu silencio
por la belleza de su cara…
Su belleza es tu reflejo
y tu envidia…
el frescor de su sonrisa.
No llores, luna, tu silencio,
porque esta mujer
no lleva la belleza en su cara
sino impregnada en el alma.
Y tú, luna,
ausente y clara,
lejana y muda.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
¡Bello!
ResponderEliminarSi algún día nos conocemos, verás el cuadro que, sobre este poema, me hizo un amigo pintor. Lo tengo en mi casa de Murcia a la que quedas invitada.
ResponderEliminarGenial Pedro!!!!!!
ResponderEliminarGracias, Elena.
EliminarUn placer tenerte por aquí y contar con tu amistad.
Abrazos.
El placer es mutuo. Besicos
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