No dejes que el llanto
te impida ver
la transparencia del aire.
Deja que el tiempo pase.
Entretanto…
cruza la noche
y vuela
a lomos de la esperanza.
Las abejas
anhelan la dulzura de tu cara,
y la ocultan
para libar el néctar
del frescor de tu sonrisa.
No dejes que una sola lágrima
resbale por tu mejilla,
si no es tu corazón
quien lo decide.
Deja que llore yo por ti.
Mi llanto nada importa
si logro que la belleza de tu cara
permanezca intacta.
Pedro Vera Sánchez, Trinidad.
Precioso en forma y fondo... Precioso. Te dejo por aquí un abrazo, poeta!
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Mara.
EliminarOtro abrazo de vuelta.
Es hermoso!
ResponderEliminarGracias hermana.
EliminarMe satisface que te guste.
Abrazos.
Bello llanto, Pedro
ResponderEliminarCosas del amor, amiga Elena.
EliminarAbrazos y gracias reiteradas por tus visitas.
Precioso Pedro
ResponderEliminarGracias Mari Carmen.
EliminarAbrazos.